Al artista Jim Denevan le ha dado por la proporción matemática y los círculos gigantes. Se dio a conocer hace algún tiempo por los impresionantes círculos sobre el desierto de Nevada, que se convirtieron en el dibujo más grande realizado sobre la superficie del planeta hasta entonces. Ahora, Denevan y su equipo han superado su propia hazaña y han hecho un dibujo aún más grande de los lugares más bellos y enigmáticos del planeta: las aguas heladas del lago Baikal, en Siberia.
Como veis en las anotaciones, el artista buscaba premeditadamente construir esta espiral logarítmica a partir de la secuencia de Fibonacci, similar a las que encontramos en las conchas de los caracoles, en las flores o en las formas de algunas galaxias y que sigue exactamente la proporción marcada por el denominado número áureo (1,618033…).
Para realizar los enormes círculos emplearon palas y camiones quitanieves que dejaban al descubierto el hielo oscuro que cubre el lago. Por las noches, en pleno mes de marzo y a algunos grados bajo cero, durmieron en tiendas llamadas “yurt” y que usaban los nativos. Aunque aprovecharon la época en la que menos nieva en la zona, el noveno día se vieron sorprendidos por una tormenta que tapó buena parte de su trabajo y les obligó a volver atrás.
Como confiesa el propio Denevan, al principio había pensando en realizar el dibujo sobre los hielos del mar de Ross, pero después de investigar un poco se dieron cuenta de que este lugar era mucho más apropiado y algo menos peligroso. El resultado de su esfuerzo es una fantástica muestra que podéis ver en la web The Anthropolgist, que es una auténtica maravilla y en la que podéis pasar horas viendo fotos, vídeos y anotaciones de los protagonistas de esta pequeña hazaña artística y geométrica.
Con la ayuda de ocho compañeros, Denevan trabajó durante quince días sobre el hielo del lago más grande profundo del mundo y trazó un dibujo que ocupa una superficie de 30 kilómetros cuadrados. El dibujo es una espiral de casi mil círculos que sigue la secuencia de Fibonacci, es decir, su tamaño va creciendo proporcionalmente de adentro hacia afuera, comenzando por un primer círculo central que trazó él mismo con un palo y una bicicleta y a partir del cual fue creciendo esta fabulosa flor geométrica.
Después de dos semanas de duro esfuerzo, Denevan y sus compañeros terminaron el trabajo y pudieron contemplarlo desde el aire conscientes de que se trataría de una obra efímera: apenas permaneció visible unas pocas semanas antes de desaparecer. En esta comparativa, podéis ver el tamaño del dibujo final en comparación con Manhattan:
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