1. Etiqueten sus entradas con su nombre propio, comenzando
con su primero o único nombre, seguido de su segundo o hasta tercer nombre y
sus apellidos paterno y materno. Recuerden que las etiquetas de las entradas
respetan absolutamente los caracteres con que escriban su nombre, así sean
faltas de ortografía, mayúsculas, minúsculas o cualquier otro elemento que no
sea la coma y el espacio que separa a las etiquetas.
Les recomiendo que busquen en la lista de etiquetas, en el
margen derecho del blog, la forma en que aparece su nombre, o más aún, si no
aparece porque no están etiquetándolo en sus entradas.
Se tomará en cuenta que homologuen la forma en que aparece
su nombre en el listado de etiquetas del blog, siguiendo el criterio
especificado en el primer párrafo de este primer apartado (nombre(s) más
apellidos). Para hacerlo, pueden entrar al modo de edición de sus entradas
publicadas (icono de lapicito debajo de cada entrada) y en el recuadro de
etiquetas (parte superior derecha del recuadro de edición de la entrada), escribir
o reescribir la etiqueta con su nombre (borrando las variaciones incorrectas).
El objetivo es que la etiqueta con su nombre, correctamente
escrito, permita que el blog despliegue, al hacer click sobre esa etiqueta,
todas las entradas que han publicado y publicarán en adelante.
Explico, para cuando trabajen con sus alumnos con un blog,
cuál es el procedimiento y sus ventajas:
Cuando sus alumnos etiquetan con sus nombres las entradas
que publican, en la forma correcta y con la ortografía adecuada sin agregar
caracteres adicionales (como puntos después del nombre, por ejemplo); el
docente podrá hacer click sobre el nombre de cada alumno y de esa forma tendrá
la siguiente información (que son criterios de evaluación):
Número de entradas publicadas por cada alumno (el listado de
etiquetas proporciona ese dato entre paréntesis después del nombre etiquetado
del alumno).
A propósito, un paréntesis. Es reclamo y no reflexión
académica, el asunto de una supuesta contradicción entre evaluar por cantidad o
por calidad, como si ambas características del trabajo escolar estuvieran
contrapuestas.
Estaremos de acuerdo en que lo óptimo es mayor cantidad con
mayor calidad y que lo más pobre es menor cantidad con menor calidad. Entre
estos extremos se producen una serie de opciones que el maestro debe evaluar: ¿Qué
es mejor, menor cantidad con mayor calidad o menor calidad con más cantidad?
El dilema está entre lo cuantitativo y lo cualitativo de la
evaluación.
Hablemos mejor de cumplir con objetivos: ¿Con cuántas
acciones se cumple un objetivo académico?
El docente en un grupo de estudiantes se encontrará con
rifles teledirigidos y con escopetas (disculpen la metáfora en estos tiempos de
tanta violencia en Michoacán, en México y en el mundo, pero estoy pensando, por
ejemplo, en un cazador de güilotas):
Habrá quien dispare como francotirador y se baje una güilota
por tiro, o dos o tres cada cuatro o cinco tiros. Es cuestión de puntería. El
menos diestro necesitará una escopeta, y hasta una ametralladora, para tirar al
azar y que la ráfaga de tiros dé con uno o más objetivos. Y aún así hay quien
dispara hacia el cielo libre de aves volando…
Volviendo al tema que nos compete y para no perdernos en las
metáforas: ¿menos entradas bien puestas son mejores que muchas más mal puestas?
Eso depende de otros criterios, “de contenido” sí, pero
siempre orientado hacia el logro de objetivos.
Eso será motivo de otra reflexión pero, para empezar,
necesitamos, indispensablemente, como se advirtió en la fase directa del curso,
que etiquetemos adecuadamente nuestras entradas con nuestro nombre propio.
No es todo, pero es la puerta de entrada. La evaluación
cuantitativa no es la más importante, pero es la primordial. De esta forma se
evalúa: son pocas o muchas entradas (primer dato) pero, ¿cumplen sus objetivos?
Muchas o pocas. Es otro tema. Hablemos mejor de un promedio
y en cuanto a la participación en el blog la experiencia indica que esos
promedios están en relación con los grupos. Lo que en un grupo son muchas
entradas en otro es el promedio medio y en otro más es la media más baja.
¿De qué depende el índice de participación si el curso es el
mismo, el docente es el mismo y la variante independiente son los grupos
mismos, las personas que los conforman, ni siquiera las especialidades (porque
entre Español o Ciencias Sociales “A” y “B” pueden darse diferencias
importantes)?
Tampoco me extraña que un grupo que se manifiesta poco
participativo en el curso directo y hasta conflictivo, de repente repunte en la
fase a distancia con muy buenas aportaciones individuales.
A manera de hipótesis he pensado que en la fase presencial
hay elementos, personas, que inhiben la participación abierta de buena parte de
sus compañeros. Determinan el ambiente de aprendizaje aportando elementos que
bloquean y hasta violentan las relaciones educativas.
En otras palabras: estudiantes muy brillantes que no se
hacen escuchar en el aula, se manifiestan plenamente en su trabajo a distancia,
aun con comentarios a la participación de sus compañeros (habrá que considerar
que la interrelación comunicativa es selectiva, lo que la propicia, en este
supuesto, mientras que en el aula cualquier participación es, necesariamente,
compartida a todo el grupo).
Estoy interesado no solamente en que obtengan mejor
acreditación en materia de calificaciones sino en que asumamos con plenitud
nuestra responsabilidad como docentes en pleno siglo XXI, con tecnologías que
están abriendo nuevos escenarios en que debemos estar.
Con un saludo cordial para todos.
LCC Jaime Ramos Méndez
Docente del curso
Administrador del Blog.
Continuará…